Viena, parte 2: Qué frío hace en este pueblo.

Amanecer en Viena es como amanecer en cualquier parte sólo que en Viena, y eso supone abrir la ventana, IMGP3116un golpe de frío en la cara y un tranvía pasando ante ti. Desayunados y con algo de miedo comenzamos nuestro periplo sin guía por el metro, el objetivo principal el Schönbrunn, palacio de invierno de los emperadores del Imperio Austrohúngaro. Un republicano confeso como yo siempre se siente algo incómodo en estos lugares, pero los edificios y su interior merecen la pena.

Del palacio contar que es un pedazo de Historia viva, es el edificio que más me gustó de Viena, además con una de las audioguías incluidas en el precio (20 euros un combinado con las estancias de Sisi) uno se entera de casi todo, de los salones, de la vida de la familia Habsburgo, de los primos, de su modo de vida... uno puede pensar en lo bien que se lo montaban, que así era, pero el Emperador Francisco José, mártir de Sisi, madrugaba, tenía que recibir en audiencia a cualquier súbdito que lo solicitara, ¿os imagináis a Juancar recibiendo a cualquier gañán? IMGP3124 Hablando de gañanes en la imagen me tenéis saludando a la multitud cual Francisco José en las escalinatas de palacio.

Lo curioso es que si es bestial el palacio más bestiales eran los jardines, lo cual en Viena, y para ser palacio de invierno, no tiene mucho sentido, salvo que se llame Palacio de Invierno porque siempre haga frío y se dieran cuenta una vez instalados allí. Pero lo mejor es que hay una colina con otro miniedificio, colina con una pendiente similar al Tourmalet, otra vuelta de tuerca es que cuando llegas arriba se ponga a llover a mares, te empapas, puesto que el menda no se llevó paraguas, menos mal que me había comprado uno en la tienda del palacio. Si encima tu padre se empeña en buscar la casa de las palmeras el resultado es que coges agua y frío para todo el día.

Una vez en el centro comimos en un fantástico italiano llamado Bufalo, creo recordar, con un interior peculiar, y por la tarde a ver iglesias. Recomendable San Pedro, una de las más bonitas de Viena, la Catedral, bastante obviable y rodeada en su exterior por personajes peculiares, Jesuitas... también visitamos el monumento al Holocausto , una estantería gigante con los libros al revés, y el monumento a la peste. Con tanto frío en el cuerpo el día se nos hizo largo, cenamos, dimos una vuelta y dejamos para la mañana siguiente otras tareas. Algo similar voy a hacer yo emplazando a que leáis la próxima entrega.

Buenas Noches y Buena Suerte.

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3 comentarios:

Eme dijo...

La catedral, ¿obviable?

Bahhhhhh...

Josete dijo...

Si, floja, vulgar, repetitiva, corriente, no entraría en el top 10 de catedrales europeas y en España estaría de la mitad para abjo... ¿algún motivo más?
Ah sí, lo mejor podría ser el techo, y es de después de la II Guerra Mundial..

Emilio dijo...

Dios! Eres el Risto Mejide de la arquitectura!