Lucía en la noche, reseña del libro de Juan Manuel de Prada.

Acaba el año y es tiempo de lecturas. Son fechas pausadas, recogidas, al calor de unas casas llenas de adornos navideños. Entorno ideal para la lectura de novelas elaboradas. Tal es el caso de Lucía en la noche, la novela de Juan Manuel de Prada de 2019 publicada por Espasa y con 340 páginas de extensión. 

Los lectores más asiduos y con más memoria de Los Mundos recordarán que hace 11 años ya reseñé El séptimo velo. Así que no es la primera aparición del autor zamorano por esta humilde bitácora, y seguramente no será la última.

Portada de Lucía en la noche, de Juan Manuel de Prada

Sinopsis de Lucía en la noche.

Alejandro Ballesteros, el protagonista de Lucía en la noche, es un escritor venido a menos. Sus tiempos de gloria pasaron y frecuenta platós de televisión de dudosa reputación para hablar sobre cualquier tema que se presente. Es el típico contertulio de televisión generalista, capaz de opinar de todo. Alejandro vive recluido y alejado del mundo literario.

Una noche, la vida de Alejandro cambiará para siempre en un garito en el que se está dando a la bebida, cuando conocerá a una joven que baila entre un grupo de modernos gafapastas. Se trata de Lucía Álvarez, quien se convertirá en el gran amor de Ballesteros, su musa y la persona que cambiará su vida para siempre.

Lucía, quien parece conocer todos los detalles de la vida del escritor, logrará que Alejandro vuelva a aporrear las teclas de su ordenador en busca de una nueva novela, que su vida tome un nuevo rumbo. Sin embargo, este rumbo se verá truncado con un accidente aéreo que les separará, cuando el escritor apura las últimas pruebas de imprenta de su novela y Lucía viaja unos días antes a su destino vacacional.

Prosa, cultura y personajes.

El discurrir de la novela está envuelto en la magnificencia de la prosa de Juan Manuel de Prada, quien construye una primera parte de la novela con un ritmo intenso acompasado con alardes de su dominio del diccionario. En sí, la escritura de este autor es tan rica que uno ha de tirar de diccionario, y no me sonroja reconocerlo, para comprender mejor lo que está leyendo.

El argumento fluye, y para ello de Prada se hace valer de sus personajes. Casi todos son cultos, eruditos, con una capacidad de narración/ oratoria distinguida. Juega con los tiempos narrativos, con un punto de corte establecido en el accidente aéreo, que a muchos lectores les puede retrotraer al accidente aéreo de Spanair de 2008. Hay dos niveles de narración, los capítulos que narran la vida desde que Ballesteros conoce a Lucía se entrelazan con lo acaecido desde la tragedia.

Si hay un personaje concienzudo ese es el de Lucía. Misteriosa, atractiva, enigmática, es la piedra angular de la trama que edifica Juan Manuel de Prada. Lucía es sensual, culta, llena de secretos, y siempre tratando de escabullirse, se convierte en la fijación de protagonista y escritor.

La analogía con Vértigo, la aclamada cinta de Alfred Hitchcock es muy clara. De Prada exhibe su elevado nivel cultural en cada pasaje del libro, y no escatima en adjetivos ni en riqueza del lenguaje. Sobretodo en lo que se refiere a la voz del narrador.

Homenaje, el que brinda de Prada a Hitchcock, que viene acompañado por otro de corte más musical. En Lucía en la noche de Prada tampoco esconde su admiración por el compositor y pianista ruso Dmitri Shostakóvich. Que entrará en la vida de Alejandro Ballesteros a través de Lucía y le servirá como banda sonora e inspiración para escribir. Además de conmover en pasajes de corte más dramático.

Prada rinde pleitesía a las musas de los artistas, y lo hace convirtiendo a Lucía en la inspiración, no sólo de Ballesteros, sino de su editor y de su expareja: Rosario Tena. Una pintora vilipendiada y humillada por Ballesteros al describir las intimidades de la que fue su pareja en una de sus novelas. Tena es todo carácter, y en ella se deja entrever quién fue el Alejandro Ballesteros del pasado.

Además, en Rosario se recogen también muchos de los estereotipos que sobrevuelan a los artistas: relaciones

-

          “-¿Es que necesitas una musa?- preguntó.

-          No hay mejor estímulo para escribir que estar enamorado. Quiero volver a escribir para que puedas leerme”

En todo el misterio y la intriga hay un personaje que es un hombro, un apoyo y un compañero para Ballesteros, el inspector Avendaño. El policía, conmovido por las similitudes de su vida con la del protagonista, hará lo posible y lo incorrecto por ayudarle a resolver los misterios, en aceptar los cambios, un confidente y un psicólogo.

Otro de los elementos muy socorrido a lo largo de la novela es el alcohol, una vía de escape para Ballesteros y para tantos otros artistas varados en la oscuridad y sin creatividad.

Juan Manuel de Prada es un escritor excepcional, su trabajo se fundamenta en gran parte en los personajes. Ya se han mencionado a Rosario Tena, a Avendaño, cabría mencionar a Alba, la casera de Lucía, un personaje misterioso pero que logra arrancar las confesiones de Alejandro.

El personaje más peculiar de toda la novela es, sin duda, el filólogo asiduo de la Biblioteca Nacional. Cuando el lector se adentre en Lucía en la noche espero que me dé la razón.

Lucía en la noche no es la novela perfecta.

Si bien es cierto que la primera parte del libro, sus primeros dos tercios más bien, son adictivos. Hay una realidad: la segunda mitad de la novela experimenta altibajos narrativos que pueden generar desafección lectora.

La novela pierde vigor conforme avanza. Y es que el argumento se vuelve, en algunos pasajes, un tanto inverosímil y parece que al autor le costó salir del embrollo narrativo.

Conclusiones.

No obstante, Juan Manuel de Prada logra transmitir el mensaje subyacente, presentar ante el lector la pertinente denuncia (no la describiré por no anticipar detalles a quienes no hayan leído Lucía en la noche), o denuncias, más bien.

Lucía en la noche es una novela que gustará a la mayoría del público. Hay un trabajo inmenso de recopilación y de escritura por parte de un autor que opta por constantes giros narrativos al calor de la figura de Lucía, la musa de Alejandro Ballesteros y, por qué no, de Juan Manuel de Prada.

El amor se convierte en obsesión y la obsesión llega al lector. Y cuando un escritor logra que sus fieles perciban los sentimientos que quiere transmitir está triunfando.

Recomiendo la lectura de Lucía en la noche. Pese a tener “peros”, que los tiene, es una historia muy bien trabajada, con personajes sólidos y con un manejo de la prosa y de la narrativa que no deja de sorprender, pese a ser el sello del autor. Valoración: 8.

Buenas noches y buena suerte.




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