Parece una tontería, pero quiero creer que hay vida más allá del covid. Creo que hay pocas frases que resuman mejor el sentir generalizado de todos. En el imaginario colectivo hay un constante mar de dudas, y mañana qué, qué será de nosotros. Eso suponiendo que aún estamos aquí para seguir contando esto. Fruto de todo ello multitud de artistas han tomado la iniciativa y han comenzado a grabar desde sus casas, a hacer streamings a diario, como es el caso de Mikel Erentxun en su Instagram o la iniciativa Together at home de Global citizen. Quien nos acaba de sorprender con una reedición grabada en la distancia con su banda es Xoel López.

En este 2020, se cumplen 12 años de “Reconstrucción”. Recuerdo como si fuera ayer el lanzamiento de uno de los discos que más me marcaron, en un momento personal en el que ese disco encajó como la seda. Pues bien, Xoel nos regaló ayer unas palabras y un vídeo que junto con la grabación de nuevo de uno de sus éxitos más emblemáticos. Con mejor sonido, y con la madurez que acompaña a un artista que sabe dónde quiere está y que está donde quiere.

Estas son las palabras que nos regala el gallego antes de la revisión de su temazo:

“Son tiempos confusos. Uno no sabe qué hizo ayer, hace una semana... o hace 12 años. Un mensaje y un sí unánime propiciaron, aun en la distancia, nuestro granito de arena: Reconstrucción.”

Aparecen en el vídeo Xoel López. Loza, Chapo, Charlie Bautista, Miguel Rivera, Tuli, Gato Charro y Juan de Dios, que además firma la mezcla, acompañan a Xoel López en este viaje al pasado (desde sus casas, eso sí), para regalarnos una revisión de uno de los grandes clásicos de Deluxe: Reconstrucción. Porque sin duda “es el mejor momento”.

Quizás es el momento de reivindicar aquel “Te lo dije”, lo dije hace 12 años y lo repito hoy, una docena de vueltas al sol después de proclamar las bondades de aquel, de este genio, con su anterior banda, de su anterior etapa: “Deluxe”. Es momento de releer aquella publicación “Por Si Aún No Conocéis Al Genio”. Pero no estamos aquí para vanagloriarnos, sino para seguir reivindicando la buena música. Sólo me he acercado a la pila de CDs y he echado un par de fotos con el móvil a ese disco.



Y así queda el vídeo, una colosal grabación, una divertida grabación en vídeo. Con más clase, con más elegancia, reposada, como un buen vino. Qué regalo, qué maravilla, qué gozada:


Recordar la letra de “Reconstrucción”, aunque debierais conocerla todos

Es el mejor momento,

Sentir, cambiar de nombre tantas cosas

Y olvidar algunas caras

 En el cementerio del pasado.

Es el mejor momento,

Reconocer, sentir a veces tanto miedo,

Y entender que justamente

ese es el gesto más valiente.

Y aceptar que no todo es tan fácil

Y que no siempre los huesos

Aguantan el peso,

Reconstrucción.

Es el mejor momento,

Asumir que toda sabiduría y experiencia

No resisten a veces

La fuerza de algunas corrientes.

Es el mejor momento,

Comprender, no poder ganar todas las veces

 Y entender que esa es la llave

Hacia un camino más amable.

Y aceptar que no todo es tan fácil,

Y que no siempre los huesos

Aguantan el peso,

Reconstrucción.

Y aceptar que no siempre es tan fácil,

Y que no todos los huesos

Aguantan el peso, Aguantan el peso,

Reconstrucción.

 

Como regalo, como reivindicación, como camino hacia lo que algún día tendrá que ser la Reconstrucción, que puede comenzar ya, que cada cual sabrá dónde sitúa y cómo quiere situar en su vida, este es un regalo maravilloso. Y no, no es un mensaje cargado de falso positivismo, es que habrá, antes o después, que reconstruirse.

GRACIAS Xoel.

Buenas noches y buena suerte.

En el año 2015 leí y reseñé “Los cipreses creen en Dios”, el primero de los libros que conforman la trilogía de José María Gironella sobre la Guerra Civil española, los años previos y la posguerra. Cerré aquella crítica hablando de que en un futuro no excesivamente lejano leería la segunda parte, la que va estrictamente desde el alzamiento de las tropas nacionales hasta el final de la contienda bélica, en abril del año 1939. Han pasado 5 años, cómo pasa el tiempo, y me atreví a arrancar la que, sin duda, iba a ser la novela más ardua de leer de las tres por comprender la guerra. Se trata de “Un millón de muertos”, se publicó en 1961, 8 años desde que se lanzase la primera parte, que recordamos, le valió al autor el Premio Nacional de Literatura. Lo leí en formato Kindle, tiene unas 800 páginas y en España lo publicó la editorial Planeta.

Sinopsis de “Un millón de muertos”.

Cabe advertir que si no se ha leído Los cipreses creen en Dios es posible que el lector se encuentre algo perdido. Partiendo desde esta premisa, lógica por otra parte, cabe señalar que también se puede leer la novela sin haber leído la primera parte de la trilogía.

En este volumen, José María Gironella no centra tanto el devenir de los hechos en la familia Alvear, aunque Matías y su esposa Carmen Elgazu, junto con sus hijos Ignacio y Pilar centrarán gran parte de la acción. Tanto Ignacio como Pilar se verán envueltos de un modo directo e indirecto en la contienda, y tras comenzar la Guerra con inquietud y sufrimiento por las pérdidas de la época prebélica, irán dirigiendo sus pasos hacia su participación en la guerra en el bando nacional.

En la primera parte del libro se relata la formación y avance de las columnas de milicianos que parten hacia el frente, el papel de Gorki, la columna Durruti, la batalla de Teruel, cómo se vivía en el frente, cómo la ilusión y el descontrol generalizado eran las notas dominantes en los primeros compases de la Guerra.

Otro de los Alvear, José, el primo de Ignacio, tomará partido desde el otro bando, tanto en el frente en repetidas ocasiones como haciendo política como anarquista famoso y significado capitán de Milicias. José tendrá un papel fundamental y es protagonista, junto con el propio Ignacio, de uno de los momentos álgidos del libro, y de la contienda, ambos interpretan y plantean el dilema de cómo una familia sigue siendo familia a pesar de estar separados por bandos. Porque Ignacio, tras dudar, tras tener lejos a Marta Martínez de Soria, su novia, hija del comandante Martínez de Soria, asesinado en 1935, con un papel importante en la Sección Femenina, decide pasarse al bando nacional, y en este proceso topará con su primo, quien verá enfrentadas sus ideas políticas con sus vivencias y el amor familiar.

Dos de las ciudades, junto Girona, a las que se refiere continuamente Gironella en “Un millón de muertos” son Barcelona, donde Axelrod, Goriev y compañía imponen el dolor y la represión en las Chekas. Es aquí donde  destinan a Julio García, que tomará un papel algo despótico tratando de abastecer de armamento a la República con viajes ostentosos al extranjero. Sin embargo, Julio muestra una humanidad que le puede costar la vida ya que es quien ayudará a Marta y a su madre a tomar un barco y huir a la zona nacional tras estar escondida en casa del entrañable Ezequiel junto con uno de los sacerdotes gerundenses. 

En Madrid también se desarrollan gran parte de los  hechos, el trabajo de Ignacio en un hospital, las andanzas de José Alvear, el sufrimiento de Polo Norte y otros brigadistas internacionales, serán algunos de los personajes de los que se vale Gironella para narrar el drama que se vivió en la capital.

Otro de los destinos mencionados en la novela será Pamplona, también San Sebastián, allí se trasladan algunos de los personajes que continúan sus andanzas en este segundo volumen. Anselmo Ichaso tendrá, junto con “La Voz de Alerta”, un papel destacado en el norte del país. El primero como destacado Carlista Tradicionalista y el segundo como Jefe del SIFNE, organizando toda una red de espionaje al servicio del bando nacional.

Gironella traslada a “Un millón de muertos” a todas las facciones de uno y otro bando. Siguen teniendo su papel, como no puede ser de otra manera Liga Catalana, Izquierda Republicana, los Socialistas, los Troskistas, el movimiento anarquista, la CEDA, los comunistas, los masones, los monárquicos, la Iglesia, Falange, las brigadas internacionales, militares alemanes e italianos apoyando al bando nacional, los milicianos y el ejército, como actores necesarios en una guerra.

Una obra para conocer los hechos.

Pudiera decirse que aunque su título fuera una hipérbole, porque no se produjo tal cifra de fallecidos, “Un millón de muertos” es un buen libro para conocer, de manera novelada y generalista, los hechos acaecidos. Teniendo presente, claro está, el hecho primigenio: se trata de una novela de ficción.

Gironella fue valiente, no debió ser fácil escribir una novela en los tiempos en los que los escribió, tratando de una manera bastante ecuánime los excesos de ambos bandos, tanto en el frente como en la retaguardia. Con un mensaje claro en determinados compases del libro: la guerra pudo haber durado menos, pero Franco (y este mensaje también se traslada en “Mientras dure la guerra”, la película de Alejandro Amenábar) quiso que fuese más larga.

Otro de los recados que le deja a Franco fue el recrearse en novelar su “habilidad” para aglutinar a Falangistas y Carlistas tras el fusilamiento de José Antonio Primo de Rivera y las constantes tensiones dentro del bando nacional. El Decreto de Unificación fue determinante a la hora de lograr unir en un partido único a las dos corrientes en abril de 1937, este hecho queda relatado ficticiamente en “Un millón de muertos”, pero la estrategia de Franco, o más bien de Serrano Suñer, es presentada como una jugada astuta pero no muy leal, sobretodo con el falangismo y los principios que promulgó José Antonio.

Sin embargo, fue el propio general Franco comentó sobre la obra de Gironella "Esto sí fue la guerra". El autor, en la entrevista citada a el diario El Mundo, mencionaba que su obra “no es objetiva, pero sí imparcial”. Y es cierto, evidentemente no puede ser objetiva porque es muy difícil, pero Gironella logra poner sobre el tablero de la Guerra Civil española a todos los actores, hasta la prensa internacional tiene su papel a través de periodistas que viajan a lo largo de la península.

El autor no sólo tiene “recaditos” para quien posteriormente se convirtiera en dictador, sino que también ofrece pistas literarias del fracaso del ejército republicano, si es que se le pudo llamar ejército: su desorden, la falta de un mando y las distintas facciones dentro de la idea de la República.

En 800 páginas se condensan 3 años de Guerra Civil. Partiendo de la admiración que despierta en quien escribe estas líneas, puede que al lector le deje algo disperso el ir y venir del autor de un punto a otro de la geografía, como me sucedió. Evidentemente muchos de estos acontecimientos no se pueden entender sin los otros, pero no deja de ser un arma de doble filo.

Ignacio Alvear como paradigma, otra vez, de las contradicciones.

La figura de Ignacio vuelve a ser el epicentro de las dudas razonables de una persona “moderada”. Si ya en “Los cipreses creen en Dios” se plantean las dudas tanto en Matías padre como en Ignacio hijo, el devenir de los acontecimientos al final del primero de los libros de la trilogía, junto con los hechos posteriores al 18 de julio del 36 y la influencia de la esposa y madre, acaban por propiciar que Ignacio tome partido.

Pese a ello, en Ignacio, y en menor medida en esta obra, en Matías, aparecen dudas, pensamientos y reflexiones que no están presentes en la mayoría de la población. Ignacio queda conmocionado tras la visita a su prima, duda cuando conversa con José Alvear. La grandeza de la obra de Gironella es representar las disquisiciones internas de unos personajes que viven una situación de guerra, de muerte, de hambre. 

En Ignacio se representa al ciudadano cabal, capaz de ver cosas buenas y malas en distintas posiciones ideológicas, capaz de ver personas por encima de las ideas, capaz de temer, amar o sentir a pesar de todo.

Un libro imprescindible para entender la guerra.

Si el lector quiere conocer más sobre la guerra civil española “Un millón de muertos” es un libro que de una manera novelada, sin excesivas imprecisiones históricas pero con la precisión característica del género novelístico. 

Novelar una guerra contemplando la cantidad de personajes, porque es inmenso el número de personas ficticias que aparecen, tiene mucho mérito. Además, se les da voz, se les dota de sentimientos y se les presenta en un contexto bien hilado. 

Estar en Burgos, Barcelona, Madrid, Teruel, Pamplona o Zaragoza en aquellos meses a través de un libro es un logro de Gironella. Condensar tantos puntos de vista en menos de mil páginas es otra de sus virtudes.

Opinión personal.

Aunque “Los cipreses creen en Dios” me atrapó y me fascinó, “Un millón de muertos” es también un libro fabuloso. Un relato de lo que nunca más debiera existir, una obra para dar a conocer las miserias y lo más sucio de la sociedad española en su historia reciente.

La capacidad de José María Gironella para condensar 3 años de guerra en uno y otro bando es digna de elogio, y su habilidad para presentar los hechos desdeñables de los bandos confrontando con la humanidad de sus personajes, porque ante todo eran personas, es un trabajo concienzudo y meticuloso. Si gustó la primera parte animo a que, con un espacio de tiempo, se lea “Un millón de muertos”. Si alguien quiere conocer, de una manera general, y con bastante equidistancia aquellos años turbulentos, debe leer este libro. Valoración: 8.

Buenas noches y buena suerte.

Publicidad:

Si quieres leer el libro puedes comprarlo en tu librería de barrio o descargarlo tras comprarlo en este enlace (estarás ayudando a cubrir los gastos del blog):


Volvemos a la carga y lo hacemos con libros. Es el momento para la reseña de la última novela leída, es turno para publicar mi humilde crítica de “Lluvia fina”, libro de Luis Landero. Publicado en Tusquets editores. Leído en formato papel en tiempo de confinamiento, para que quede constancia histórica del hecho. La primera edición de Lluvia fina data de marzo de 2019. El ejemplar con el que cuento representa la octava edición, que data de octubre de ese mismo año.

Una historia familiar. Argumento. 

Lluvia fina es el relato de una historia familiar edificada a partir de un hecho aparentemente sin importancia: Gabriel, uno de los hijos de una familia cualquiera de Madrid, el menor de 3 hermanos, decide convocar a toda la familia a una fiesta por el cumpleaños de la madre. Hace mucho que no se juntan todos y llama a sus dos hermanas, Sonia y Andrea, para ofrecerles organizar la fiesta. Esta idea desencadenará el rebrote de los recuerdos y los enfrentamientos más crudos. Las dos hermanas arrancarán un arduo enfrentamiento por causa de sus parejas actuales, por el odio y el rencor que sienten hacia su madre y también, en parte, hacia Gabriel.

Cada uno de los hermanos, Gabriel por ser marido además, cuenta esos secretos y quejas a Aurora, quien resulta ser la confesora no oficial de la familia. Todos acuden a ella y todos se descargan en ella. Como si fuera el hombro de la familia, el único en el que llorar, quejarse, ambicionar, aliviarse de angustias, rencores, porque si algo caracteriza a esa familia es el tener guardado el odio durante mucho tiempo. 


Portada de Lluvia fina.

Luis Landero dispara con bala.

La novela de Landero encierra algo más que una truculenta historia familiar, aunque la familia de Gabriel tiene bastantes números para ser una de las familias más crueles de la literatura española contemporánea. El escritor tiene para todos, y aunque a servidor le da para poco, he creído entender algunos mensajes/ críticas entre líneas.

Landero dispara a los clichés culturales de muchas familias españolas. A esas familias en las que los progenitores deciden por los hijos, reparten los recursos inequitativamente y acaban por condenar a alguno de sus vástagos a un futuro no deseado por ellos. Así sucede con Sonia y, en menor medida con Andrea, condenadas por las decisiones de la madre cuando esta enviuda y se hace cargo de la mercería.

Al hilo de estas decisiones unilaterales, el machismo y los abusos derivados del mismo se cuelan en esta novela de un modo similar al vivido por muchas de las familias españolas del siglo XX. Sacrificar a la mujer para que el hijo estudie, casar a la hija y que el hijo decida, favorecer y creer al yerno en caso de duda. Pero no sólo subyace el machismo en las decisiones de la madre de los tres. También en el propio comportamiento de Gabriel y en el de Horacio, que acaba por convertirse uno de los personajes más macabros y siniestros que alguien pueda recordar en una novela.

No se libra Lluvia fina de ser una novela que retrata el silencio de las vergüenzas familiares, de ese secretismo cuando algo no va bien de puertas hacia afuera. Muy típico de las familias españolas cuando un escándalo o una desgracia llaman a la puerta. En este caso, aunque el desenlace se plantea hacia la segunda parte de la novela, este secretismo, este “encerremos la verdad bajo llave para que no duela” acaba por corroer la moral de algunos personajes.

El egoísmo es otro de los leit motivs de la novela. Y se plantea en forma de sinceridad ofensiva y narcisista, de largar pero no querer escuchar. Y este peso recae en la figura de Aurora, piedra angular de la novela. Escribe Landero “La sinceridad, llevada al fanatismo, solo puede conducir a la destrucción”.

Otro de los monstruos retratados por Landero es el personaje inmaduro, narcisista e irresponsable de Gabriel. Sin crecer, sin madurar, parapetado en sus egos, en sus obsesiones más íntimas. Para estos personajes inmaduros, que viven de la mentira, de los proyectos que nacen en las mentes pero que no salen de la psique por no ser más que fantasías expresadas en forma de palabras también hay una buena dosis de crítica. “Ahora ha venido de verdad el coco, ahora nos asaltan las pesadillas, o nos desvelamos en lo profundo de la noche y nos hacemos preguntas tontas o esenciales, todo en el mismo lote, pero en cualquier caso negras preguntas sin respuesta, porque ocurre que de pronto nos enfrentamos a la inmensidad del universo, pero también a la duda de si quedará mermelada de naranja para el desayuno, y esas dos fuentes de terror nacen del mismo manantial y mezclan sus aguas en un único y furioso torrente. Y eso cuando no se nos aparecen los monstruos del pasado, esos son los peores, aquel joven esbelto y soñador, aquella canción que tanto nos gustaba, y de la que solo sobreviven unas palabras y unas notas, y que bailamos en la penumbra perfumada de una lejana y mágica noche de primavera…” La narrativa de Landero alcanza cotas majestuosas en fragmentos como este.

Otro de los dardos de Landero en Lluvia fina va dirigido a sus compañeros de estudios. Esos licenciados en literatura, su paso, o su salida, por los institutos, la infelicidad, la puerta del doctorado y de los textos en las revistas especializadas. La infelicidad profesional llevada al mundo de los licenciados en filosofía, pero también aplicable a tantas y tantas profesiones que viven situaciones parecidas. Esa infelicidad es la que acaba por trastornar a Gabriel.

Y, por último, los juegos de pareja, las relaciones entre parejas que no se producen de igual a igual. Como se plasma en las discusiones sobre arte que mantienen Gabriel y Aurora, sus comentarios hirientes, sus críticas a la sociedad en la que él no se acabó de acoplar. Pero también sucede esto con las otras parejas de la novela: Sonia y Horacio y, en menor medida, Sonia y Roberto.

Landero logra escribir una novela colosal. El mayor de sus logros estriba en los diálogos, en ese vaivén de tiempos, de conversaciones. Los personajes están contándose un hecho y trasladan el diálogo de ese mismo hecho al tiempo presente, y van, y vuelven, y ese lío endemoniado, que si el lector no anda muy despierto puede lograr marearle, acaba siendo una bendición literaria.

Aunque he de reconocer que me costó entrar en el libro, porque parecía la típica novela que se pierde en la elaboración de los personajes, la paciencia tuvo su recompensa y tropecé con un retrato fantástico de miles de familias en una.

Por su estilo, por su prosa, por su acidez y crudeza, Lluvia fina es una novela que merece ser leída. No quiero generar expectativas que no se vayan a cumplir, pero es que estamos ante una novela para ser recordada en el tiempo. Valoración: 9. 

Buenas noches y buena suerte.

NewerStories OlderStories Inicio