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Ha sido un verano aciago en cuanto a lecturas, y la culpa, en parte, la tiene Éric Vuillard y  su último libro: Una salida honrosa. Dejarse guiar por tertulias radiofónicas a la hora de escoger lecturas tiene sus riesgos, compartir gustos es complicado y que todos los libros nos entusiasmen es un imposible. Menos La cultureta y más opinión de tu librera. Tusquets publicó en Andanzas este último libro del aclamado escritor francés Éric Vuillard.

Hablando del tal Vuillard, puedes haber ganado un Goncourt y escribir un plomizo libro que está a caballo entre el ensayo, la crónica histórica y el género periodístico. Pero todo el regusto es amargo. Ni la grandilocuencia ni el chovinismo salvan a diputados, generales y otros personajes que abundan en Una salida honrosa. Las intenciones del autor quedan patentes desde los albores de la obra, pero parecen quedarse en meras intenciones.

Una salida honrosa, Éric Vuillard.

Vuillard ha escogido un buen momento para lanzar una novela que habla del desastroso final del dominio francés de Indochina (uno pudiera tener la tentación de recurrir a Tintín en estos casos). Ahora que los franceses andan liándola al más puro estilo españolito en sus antiguas colonias subsaharianas y que tienen en casa un cisco considerable por su nefasta gestión de la integración racial, alentados (eso sí) por la ola reaccionaria que asola Europa, Vuillard tira del famoso A río revuelto y escoge un momento de la historia clave en la intachable trayectoria de nuestros vecinos del norte.

Los momentos históricos recogidos por Vuillard abarcan una gran parte del conflicto, uno de los más largos post II Guerra Mundial. Los debates de la Asamblea Nacional, los abusos cometidos en el actual Vietnam contra los seres humanos obligados a recolectar caucho para neumáticos (ya adivinarán para qué famosa compañía francesa), los vínculos entre los políticos del momento y las grandes compañías, algunas de las cuales aún perduran (toma puertas giratorias), las comidas en restaurantes cercanos al parlamento, los excesos culinarios en Rollet de los Herriot, Dupont des Loges y demás señorías, etc.

Pero tampoco faltan a la cita con Una salida honrosa batallas como las de Cao Bang (1950), la batalla de Dien Bien Phu (1954) y la caída de Saigón (1975), que pasó por esta bitácora con El simpatizante, de Viet Thanh Nguyen. El famoso Plan Navarre y otras medidas desesperadas tomadas por el estado mayor francés y sus dirigentes políticos.

Parece que Vuillard haya perdido el tempo de sus anteriores novelas, aunque esta sea, o pueda parecer una continuación de La batalla de Occidente. Todo en Una salida honrosa parece una amalgama de textos vinculados a los distintos personajes que tuvieron cierto protagonismo en aquel momento clave: la decadencia de la IV República francesa y la pérdida de Indochina y Argelia, de la que asoma poco, pero se intuye bastante, hasta en el rechazo parlamentario a diputados y soldados de origen colonial.

Sin embargo, estamos ante un quiero y no puedo que es difícil de situar. Una historia de colonias con personajes sin sentimientos que salen y entran de una trama que no existe y que pervive escuchándose, a lo francés, como si sólo Francia importase. Sólo al final de la novela hace un leve propósito de enmienda preocupándose por las muertes y secuelas para los miles de indochinos y franceses provenientes de colonias, que, para sus señorías, las que participaron en aquellos acalorados debates de la Asamblea Nacional, no eran franceses. De aquellos polvos…

La reflexión de Vuillard, para la cual podría haber necesitado menos páginas (los contratos son crueles), está clara, siempre ganan los mismos: los ricos, las empresas que saquearon las colonias. Los muertos dan igual, las banderas, los sentimientos, la patria, las personas, los egos, las carreras políticas y militares son, solamente, excusas. En eso, señor Vuillard, estamos plenamente de acuerdo, pero parece que la flagelación y el escarnio público llega sólo para los protagonistas de la novela, no para una sociedad que se benefició del saqueo y expolio de las colonias. Todo muy chovinista.

A Vuillard sólo le salva su escritura, que por tramos es brillante. También los guiños a momentos del imaginario colectivo francés y europeo como mi querida La guerra de los botones, que pronto rescataré para honrar la memoria de padre. Pero no deja de parecer un escritor incómodo, dando saltos de un personaje a otro, de un fragmento de la historia a otro, sin encontrar ese hilo conductor que hace que un libro, una historia, una obra de arte, al fin y al cabo, fluyan. Una salida honrosa pudiera parecer un compendio de relatos breves sobre los distintos protagonistas de la historia de la Francia colonial, pero el lector no acaba de encontrar el ritmo que se le presupone a un escritor tan aclamado.

Me gustaría hacer una salvedad, que pudo condicionar mi lectura, comencé este libro al poco de terminar Un tal González, de Sergio del Molino, que pronto reseñaré por estos lares. Puedo anticipar que, en este género a caballo entre la crónica histórica y el relato periodístico con leves dosis de ficción, del Molino gana por goleada. Quizás me condicionó en exceso.

A la pregunta A quién va dirigido este libro la respuesta es clara: a la gente a la que le interese la historia. No hay más escapatorias salvo que alguien sea acérrimo seguidor del guaperas de Vuillard.

Una salida honrosa termina con una frase lapidaria, que arrasa con las tan cacareadas Libertad, Igualdad y Fraternidad: “Quizás habría sido mejor la deshonra”.

Aplíquese para cualquier situación.

Buenas noches y Buena suerte.

 

Por carambolas del destino, cayó en mis manos esta curiosidad en mi historial de lecturas. Sobre nosotras, sobre nada es un libro escrito a medias por Emilia Landaluce y Rosa Belmonte, tanto monta, monta tanto. Dos amigas tan irreverentes como de pluma fácil que se atrevieron a tocar casi todos los palos en un libro que edita La esfera de los libros y que cuenta con escasas doscientas páginas y que va ya por su quinta edición.

Qué hacen dos mujeres como Emilia Landaluce y Rosa Belmonte escribiendo un libro a cuatro manos es uno de esos misterios que queda resuelto en las primeras páginas: “¿De qué va este libro? De nada”. Dos amigas, Emilia escribe en El Mundo y dirige el suplemento del cuore LOC, Rosa escribe en ABC y colabora en radio con Alsina y en La cultureta. Ninguna de las dos es una eminencia, pero ambas tienen un concepto de la vida bastante similar, y bastante gamberro.

 

De qué va Sobre nosotras sobre nada.

La pregunta del millón queda respondida en el título del libro. Va sobre ellas, va sobre nada. A lo largo de la obra se plantean temas diversos y cada una da su particular visión. Abre Rosa, cierra Emilia. Cada una con su título, cada una con su espacio. Sin injerencias, pero con multitud de interconexiones. Son amigas y residentes en Madrid, y a partir de cierto momento vital sus historias se ven entrelazadas de una forma divertida y paradójica, pues podría ser una especie de confirmación de la teoría de los hilos rojos que conecta a las personas.

Arrancar hablando de madres siempre es sinónimo de éxito. En el principio siempre hay una madre, y ellas decidieron abrir el libro homenajeando a las suyas. Bueno, homenajeando y caricaturizando, pero es su particular forma de rendir homenaje.

Educación, comida, deporte, amor, televisión, trabajo, perros y amistad, completan los temas tratados. Es como un cuestionario de la Super Pop en manos de dos columnistas que trabajan muy bien el humor y las referencias externas; bien sea al cine, a las series e incluso al mundo del cuore.

Esos serían los títulos formales, las anécdotas, las bromas, la escatología, los tacos, las telenovelas, las monjas y los colegios o los cansinos aparecen por doquier. No esconden su particular manera de ver el mundo y en determinados pasajes uno tiene que buscar a qué se están refiriendo, sobre todo si, como servidor, uno no está puesto ni en telenovelas ni en el mundo del corazón.

 

Sobre nosotras, sobre nada. Libro de Rosa Belmonte y Emilia Landaluce

Opinión.

Sobre nosotras sobre nada es un libro entretenido. No ficción sin más pretensiones que el divertimento y el conocimiento de dos de las columnistas más afamadas del panorama periodístico español. Uno de esos libros que puedes leer alternando otras lecturas más profundas u otras novelas. Ya que, aunque ambas escribían sobre el mismo tema dando su particular visión, la lectura de cada capítulo no absorbe excesivamente, ni tiempo ni energías.

Rosa y Emilia sienten admiración la una por la otra. De eso va la amistad. De reírse y admirarse a partes iguales. Y este libro, como bien dicen en su prólogo, es un elogio de la amistad.

A Rosa Belmonte la conocía más, por un curso que realicé y por ser fiel oyente de La cultureta, pero reconozco que Emilia Landaluce ha sido una sorpresa. No leo ni creo que vaya a leer LOC, pero tiene un particular estilo de escritura que resulta interesante.

Sin lugar a duda, este será un libro que no perdurará en el imaginario colectivo como una obra de repercusión literaria importante. Pero, tampoco caben dudas de que a sus autoras este punto ni les importa ni nunca se les pasó por la cabeza. Podrían ser las reinas del consumo de cultura del entretenimiento (casi duele poner cultura aquí). Reinas y defensoras, puesto que no son personas que se preocupen en exceso por la alta cultura, sino que, además, son firmes defensoras de la necesidad de un entretenimiento sin elevadas pretensiones.

Como ya se ha mencionado, una novela que no pretende más que entretener y divertir. Cada cual que tome sus propias decisiones, pero que agudice el humor y la socarronería si decide leer Sobre nosotras, sobre nada.



Buenas noches, y buena suerte.

 

La sátira está infravalorada. Entre los autores que en los últimos años se han dedicado a reivindicarla con mayor o menor acierto se encuentra David Trueba. El escritor madrileño vuelve, tras Tierra de campos (Anagrama, 2017), con Queridos niños una divertida novela sobre la política y las campañas electorales y lo hace dentro de Anagrama, la editorial con la que suele publicar.

Basilio es un personaje que vive como un outsider y que piensa que sus días de gloria ya pasaron. Obeso, alcohólico, apartado de la vida pública, el Hipopótamo, como le conocen algunos de sus adversarios, va a recibir un encargo de lo más extraño: ayudar a ganar las elecciones generales a Amelia Tomás, la candidata conservadora.

Amelia, que viene de la Universidad, y que vive una vida aparentemente aburrida al lado de su vetusto marido, les separa una diferencia de edad considerable. Fue parte del gobierno de Los Cuervos salpicado por la corrupción, pero es una figura independiente y que no tiene, a priori, las manos manchadas. Ni su propio partido, lleno de intrigas y luchas cainitas, va a confiar en la victoria de Amelia.

Basilio, Amelia, y el resto del equipo formarán parte de una peculiar caravana de campaña que recorrerá casi todo el país en autobús. En cada una de las capitales de provincia y pueblos, es muy entretenido el capítulo en el cual Amelia visita su pueblo natal (perdido en la provincia de Teruel), la comitiva tendrá que lidiar con escándalos, filtraciones, declaraciones fuera de tono, ataques de los rivales o presiones e informaciones de los periodistas.

La comitiva, el equipo íntimo de Amelia Tomás, tendrá que marcar perfil propio frente a Los Blanditos, grupo de compañeros de partido que representarán al “aparato” del mismo. “Todo el mundo allí se llamaba Bosco, Alonso, Pelayo y Borja”. Se trata de Carlota, Arroba, Tania, Cuca, y el peculiar conductor de autobús, Rómulo, que deparará anécdotas divertidas a lo largo del libro, como poner la misa en la radio del autobús el primer domingo que el partido democristiano estuvo de viaje.

Trueba no se va a mojar en absoluto con respecto a nombres, partidos, medios de comunicación o figuras públicas, pero el lector, a poco que hile, va a poder trazar paralelismos con la actualidad política.

El escritor aprovechará la coyuntura para enfrentar al lector a debates populistas de nuestro tiempo “La democracia sólo tiene un punto débil. Depende de la gente… Las mejores democracias surgen tras las guerras, tras los desastres, tras los desmanes. Cuando aún está reciente el dolor, la memoria del daño. Con el paso del tiempo, olvidan el traume y vuelven a precipitarse hacia el fuego”. Un fragmento tan demoledor y de actualidad que no necesita más comentario. Porque plasma a la perfección los tiempos que estamos viviendo.

Basilio va a ser un espejo ante el cual enfrentar las verdades, alguien que no se va a callar, que va a cambiar la pusilanimidad de la candidata por un perfil propio capaz de parecer ganadora y optar a la victoria. Trueba ha realizado una auténtica obra de reflexión filosófica y política, un manual popular, no por el partido, sino por la facilidad de sus parábolas. Ni se corta ni se esconde, todo está entre líneas y todo se puede aprender en un entretenido diálogo o reflexión. Queridos niños no es un libro Maquiavelo o Platón, pero deja claros los fundamentos del noble y vilipendiado arte de la política:

“Cada vez que te pongan frente a un imbécil, disfruta de ofrecer el contraste a quienes estén mirando. No entres a su juego. Imitar no es seducir. Los lameculos imitan. La gente con personalidad invita a subir un escaloncito a su interlocutor, a ir un poquitín más arriba del nivel en el que estaba, pero sin pasarse de listo”.

Queridos niños, crítica del libro de David Trueba


Un Basilio que tratará con desdén a Los Miserables, término en el que se refiere a la prensa, pero que también sabrá jugar con ella y con los trapos sucios que de sus oponentes vayan apareciendo a lo largo de la campaña electoral. “No vayas al mundo mediático a hacer amigos, sino a hacerlos trizas”.

La composición del espectro político de Queridos niños no dista mucho del que vivimos en la España de 2021. 5 partidos con candidatos variopintos El Mastuerzo, La Cachorra o El Santo, el Cojo.

Trueba mezclará bajas pasiones, pasado, ilusiones, comentarios antiguos, y expondrá a todo un país ante dilemas morales como, por ejemplo, si el alquiler en B supone un problema o no. Pero también radiografía a un país desigual, “Sólo en Madrid, en la Administración del Estado, trabajan tantas personas como habitantes hay en Castellón”.

“No creo que esas preocupaciones inciten un voto masivo. Estoy convendico de que si Dios existe y se presentara a las elecciones lo haría sin éxito. Porque mis queridos niños saben que nadie es lo suficientemente perfecto para mandarles a ellos.”

Queridos niños es el término utilizado por Basilio, toda una mina de motes, para referirse a los votantes. Y es, un término genial, son/somos manipulables, moldeables, nos movemos por pasiones y por cánones de rectitud que no aplicamos en nuestras propias vidas, nos gusta sentirnos ganadores como se siente el aficionado a un equipo de fútbol, y pensamos que lo sabemos todo y que tenemos el suficiente juicio para emitir un voto y que ese voto sea clave.

En el debe de esta novela, salvo Basilio, y Amelia a ratos, los personajes no evolucionan, no se muestran excesivamente humanos. En el caso de Basilio, su denigrante humanidad le convierte en objeto de todo tipo de aventuras, y no todas ellas agradables. En el caso de Amelia, el autor trata de humanizar a una candidata aparentemente sin mucho carácter ante el electorado. Puede que fuera intención del propio Trueba no generar vínculos entre personajes y lectores, ya que busca que el lector se vea a sí mismo como votante.

Pero poco más, el cinismo de la obra de David Trueba no viene acompañado, esta vez, de ese vínculo humano que se suele establecer entre el lector y sus personajes. Salvo en dos contadas excepciones, y el de Amelia Tomás no es un personaje excesivamente emotivo, el autor no logra crear esa parte “humana” que convierte una historia, una sátira, un “sainete”, en algo más que eso.

Sin embargo, Trueba logra, sin grandes alardes literarios, una novela divertida, amena, un retrato de la política española de finales del siglo XX y de principios del siglo XXI. Ojalá en todas las facultades de Ciencias políticas o de la información se lea este libro, aunque sólo sea por diversión. Ojalá todo votante sea capaz de verse reflejado en este libro, ojalá todo director de campaña lea este libro. Pero lo más interesante no es leer, sino reflexionar sobre lo leído, y eso es algo que no harán todos los queridos niños.

Valoración: 7.5

Buenas noches y buena suerte.

Ficha técnica:
ISBN978-84-339-9930-6
EAN9788433999306
PVP CON IVA19.9 €
NÚM. DE PÁGINAS456
COLECCIÓNNarrativas hispánicas
CÓDIGONH 678
PUBLICACIÓN01/09/2021

 Tras el éxito de Berta Isla, el sempiterno aspirante a Nobel de literatura patrio Javier Marías publicó Tomás Nevinson (Alfaguara, 2021). Podría catalogarse como la segunda parte de Berta Isla, y no iríamos desencaminados, pero es cierto alguien podría leer la novela sin haber leído la primera y no pasaría nada, puesto que hay muchos hechos que guardan correlación.

Nota importante: Este artículo puede desvelar algún elemento fundamental de la trama de  Berta Isla.

Tras volver a casa Tomás Nevinson vive una vida aparentemente plácida y alejada de su anterior actividad. Trabaja en un puesto intermedio y anónimo en la embajada británica en Madrid. Todo transcurre con ilusoria normalidad hasta la aparición de Tupra, su superior en sus anteriores labores, quien le encomendará una misión frente a la que Nevinson no sabrá qué responder: seguir a una posible colaboradora de la banda terrorista ETA de la que apenas se tienen datos y localizarla. Se sabe su identidad real, Magdalena Orúe O’Dea, que es irlandesa, y que estuvo implicada en dos de los atentados terroristas más sangrientos de ETA, el de Hipercor en Barcelona y el de la Casa Cuartel de Zaragoza, ambos perpetrados en 1987.


Todo ello en Ruán, la ciudad ficticia (o no tanto) del norte de España, a la que el protagonista deberá desplazarse. Nevinson deberá transformarse en Miguel Centurión, un discreto profesor sustituto, y escoger entre tres mujeres que Tupra le pondrá sobre la mesa pero que son aparentemente normales: la dueña de un bar, la “gigante” Inés; la mujer de un afamado político, Celia Bayo, y María Viana, la pareja de un adinerado empresario.

El viaje de Nevinson le separa nuevamente de los suyos. Su aventura arranca sin apenas pistas, sin ayuda externa y con la presión de sus superiores. “Estamos en manos de quienes nos conocen de antaño, los que más pueden perjudicarnos son quienes nos han visto de jóvenes y nos han moldeado, no digamos quienes nos han contratado y pagado, o se han portado bien y nos han hecho favores”. Tomás Nevinson se verá abocado a volver a renunciar, una vez más, para cumplir con el deber.


En esta ocasión Javier Marías imbuye al lector en diversos dilemas morales de elevado calado a través de Tomás Nevinson. El primero se presenta cuando el protagonista tiene que decidir quién es la culpable de entre un grupo de mujeres sospechosas. Nevinson debe tener la certeza de elegir bien a la terrorista, pues es posible que una mala elección tenga consecuencias nefastas para la “presunta” culpable.

El segundo de los dilemas a los que se enfrenta Tomás Nevinson es de tipo familiar. Renunciar de nuevo a su vida por el servicio a la patria y alejarse de Berta y los niños, todo muy novelesco y heróico. Pero lo más doloroso es saber que ellos ya tienen su vida y que se acostumbran a esa distancia. “Despés de haber sucedido, cuesta mucho no suceder”. Berta no va a transigir con las excusas de Nevinson y el trabajo volverá a alejarlos.

La voluntad de cambio y la tesitura de vivir entre dos aguas es otra de los aspectos que aborda Marías durante la aventura de Nevinson. De ahí la procrastinación o la postergación de decisiones a la hora de cumplir con la misión encomendada. “Sólo el primer paso cuesta. Quizás se podrá decir eso de todo, o de la mayoría de los esfuerzos y de lo que se hace con desagrado o repugnancia o reservas, es muy poco lo que se acomete sin ninguna reserva, casi siempre hay algo que nos induce a no actuar y a no dar ese paso, a no salir de casa y no movernos, a no dirigirnos a nadie y a evitar que otros nos hablen, nos miren, nos digan”. Una reflexión que encajaría en cualquier libro de gestión del tiempo y la productividad.

El eterno aspirante a Nobel de literatura español tampoco rehúye otro tipo de aspectos morales de calado universal, como son la muerte, la justicia y la pena capital: “La mayoría de las personas lo ven demasiado drástico, excesivo, tienden a pensar que hay salvación para cualquiera, en el fondo creen que podemos cambiar todos y también ser perdonados, o que cesará una peste humana sin necesidad de aniquilarla. Y además los otros dan pena en abstracto, cómo voy a quitarle la vida a nadie”. 

Nevinson, en la soledad de esa ciudad de cuyo nombre Marías no quiere acordarse, reflexionará mucho sobre su misión y las implicaciones morales. Todo ello lo hace sin alejarse del concepto de justicia tardía, esa que nunca logra reparar completamente a las víctimas y que los seres humanos no logramos resolver como algo propio o ajeno. Como sujetos que jugamos a ser dioses: “Lo todavía no sucedido carece de prestigio y de fuerza, lo previsto y lo inminente no bastan, la clarividencia es desoída siempre, es necesario que todo sea corroborado por los terribles hechos, cuando es tarde y no tienen arreglo ni se pueden deshacer”.

Sin exonerar a los terroristas, Marías no rehúye la denuncia de la guerra sucia por parte de los aparatos de los estados, tanto el británico como el español. Las reflexiones del propio autor sobre dicho tema acaban por adueñarse del relato, que en ocasiones es denso, pero que tienen ese tinte reflexivo típico del autor “Y lo que toca entonces, paradójicamente, son el castigo o la venganza, que aún cuestan más y son de muy distinto cariz; porque ya no se trata de evitar una calamidad venidera ni quizá más abominaciones, lo cual ayuda sobremanera a justificar el asesinato, la acción de matar (ayuda la idea de conjurar la reincidencia, de impedir la reiteración, de detener nuevas desgracias). No, aquí es posible que quien haya cometido un crimen, o haya incurrido en traición o en delación, no tenga intención de volver a hacer daño nunca a nadie más; que no sea un peligro permanente y que su conducta punible fuera producto del miedo o de la debilidad o el trastorno, una excepción”.

Opinión personal.

Como el lector de esta crítica podrá comprender, tras esta trama de aparente espionaje Javier Marías se lanza a analizar las disquisiciones morales a través del protagonista de la novela, Tomás Nevinson, un agente que vive y trabaja al margen de la ley cuando debiera estar disfrutando de un retiro dorado. Pero en todas sus reflexiones se encuentran las reflexiones de tantos y tantos seres humanos enfrentados al terrorismo: venganza, ira, rabia, poder, justicia. Y otra más universal todavía: ¿podemos huir de nuestro pasado?

Ya se ha mencionado, pero la política y las estructuras de los estados quedan también en entredicho. Y las hipótesis planteadas por el autor, como la colaboración entre servicios secretos afectados por el terrorismo, dejan entrever que dicha hipótesis pudo ser real. Basta con introducir un poco de verdad en la mentira para que ésta no sólo resulte creble, sino irrefutable.

Un Marías por momentos brillante se presta a una especie de juego con el lenguaje y con las barreras del idioma entre británicos y españoles para lanzar sus reflexiones en voz alta. Sirva como ejemplo el jueguecito a raíz del famoso “A enemigo que huye puente de plata”. Con una reflexión por parte de los británicos muy clara: “Eso es un error imperdonable, por mucho que tengáis el dicho. Es el dicho de un país suicida, así os ha ido en la historia. Nadie os asegura que, una vez cruzado el puente, el enemigo no lo desmonte y no se lleve la plata consigo. Sin puente resultará inalcanzable aunque cambiéis de idea, y encima le habréis dado medios para recomponerse. Con vuestra plata comprará mercenarios y volverá a la carga con más fuerza”. Toda una confrontación entre ambas culturas fruto de la experiencia de Marías, gran conocedor de la cultura británica. “Nosotros pensamos de manera opuesta, pero no es un dicho, sino Shakespeare: Hemos chamuscado a la serpiente, no la hemos matado, le advierte Macbeth a su señora. Y añade: Sanará y será la misma, mientras nuestra mediocre alevosía permanece expuesta al peligro de su antiguo colmillo”. 

De Shakespeare y su “liturgia” se hará valer Javier Marías a lo largo de Tomás Nevinson en diversas ocasiones a lo largo de la obra: “Todo se ha gastado, nada se ha obtenido. Es más seguro ser lo que destruimos que morar, por la destrucción, en una alegría dubitativa”, Lady Macbeth. Pocos autores tan universales y con contenidos tan filosóficos como Shaekspeare.

Si bien es cierto que la ficción puede superar a la realidad, Javier Marías advierte sobre los peligros de emprender determinados caminos con incierto final “La vileza de los padres resulta irresistible para los hijos, y si no, para los nietos”. Algo que, en un país acostumbrado a cerrar procesos violentos en falso, debiera servirnos para reflexionar, a todos. Y lo hace con más Shakespeare “Mejor estar con los muertos que yacer en un éxtasis inquieto con la mente torturada. E incluso llega a envidiar

Marías pone en perspectiva el pasado de los espías retirados, y compara el dolor causado (y sus secuelas) con lo que debe padecer un terrorista a nivel moral, si es que lo padece, claro está. No faltan las conexiones con “No digas nada”, el libro de Patrick Radden Keefe que reseñamos el pasado agosto, al establecer conexiones entre el problema que tiene que enfrentar Tomás Nevinson y Dolours Price.

Nevinson es un personaje apesadumbrado por experiencias anteriores, cautivo de una profesión que no le deja tener una vida ajena. “Quien no tiene visión ni ambición de futuro suele ser alguien resignado a las circunstancias de su nacimiento o bien alguien con un pasado muy grave, es decir, muy pesado, tanto que debe emplear sus energías y su imaginación en ocuparse exclusivamente de él, sin cabida para más. Suele ser alguien que considera que ya ha llenado el cupo de sus experiencias o de sus ajustes o de sus maldades antes de tiempo, que le toca ya estarse quieto y no traer más desgracias ni heridas con su movimiento o su actividad, con su divagar”. El arrepentimiento se hace presente en todo el libro y Nevinson cerrará en falso su aventura. Marías nos regala un final tan caótico como la vida de su protagonista.

Pudiera parecer que estamos ante un libro que sólo trata hechos pasados. Sin embargo, Marías no esquiva temas actuales como los populismos o la polarización. Aunque la novela se sitúe 25 años atrás, habla bien a las claras de fanatismo “peligroso y contagioso”. Y de eso, querido lector, en España vamos sobrados, sea el tiempo que sea.

Aunque Tomás Nevinson es una obra por momentos carente de ritmo, Marías logra contagiar al lector del tedio en el que se mueve el protagonista. Causado, sin duda, por la angustia de su situación.

La crítica ha nombrado a Tomás Nevinson como mejor novela en español de 2021. Al menos así lo estiman los expertos de El Cultural. No tengo elementos para atreverme a rebatir dicho nombramiento, por no haber podido leer todos los libros que competína en dicha lid. 

Lo cierto es que Marías logra, una vez más, que el lector viva la novela que él quiere que viva. Que el ritmo sea el que marcan las vivencias del protagonista. Y, además, conjuga todo ello con una trama de espionaje y terrorismo edificada sobre los cimientos sólidos de la memoria colectiva en un tiempo en el que empiezan a abundar novelas sobre ETA a raíz del éxito de Patria. Pero, sin duda, el factor más reseñable de esta novela es el peso de la moral y la filosofía a través de conceptos universales como justicia, venganza, paz y castigo. Novela muy recomendable. Valoración: 8.


Buenas noches y buena suerte.


Ficha técnica de Tomás Nevinson:

Nº de páginas: 688

Editorial: ALFAGUARA

Idioma: Castellano

Encuadernación: Tapa blanda

ISBN: 9788420454597

Año de edición: 2021

Plaza de edición: España

Fecha de lanzamiento: 11/03/2021

 

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Puede que sea una de las novelas más icónicas de cuantas escribieron los prolíficos autores de la Generación perdida. “Suave es la noche” de Francis Scott Fitzgerald es considerada por crítica y pueblo llano como una de las mejores, si no la mejor, obra del escritor norteamericano.


La pelea con “El gran Gatsby” ha servido para que críticos y lectores mantengan, desde hace casi 100 años, un enconado debate en el que servidor no se atreve a meterse.

Scott Fitzgerald fue un ser atormentado que trasladó sus angustias personales a una obra que le costó 8 años de escribir y que se forjó en medio de momentos difíciles para el autor.

Suave es la noche


Suave es la noche cuenta con 550 páginas que se publicaron en 1934 originalmente. Hay una curiosa intrahistoria, ya que se manoseó por la editorial como si de El padrino se tratase, al alterar el orden original de la historia con fines comerciales. Años después se volvió a respetar la voluntad del autor, que digo yo que por algo lo haría.


Y es que Suave es la noche está llena de saltos en el tiempo, de flashbacks que acaban cuadrando perfectamente en la tormenta interior de su protagonista. 


Leí esta novela, lanzada en el año 1934, en formato electrónico, en mi ya viejo Kindle. Edición en formato digital de Penguin Random House Grupo Editorial. Alfaguara lo edita en papel. 472 páginas distribuidas en 3 libros, que es como el autor quiso originariamente que se presentase la obra.

Sinopsis del libro. El resumen que estabas esperando de “Suave es la noche”.

Voy a tratar de hacer un resumen de Suave es la noche sin incurrir en el spoiler. Me causa gran respeto hacerlo, pero también me parecería injusto no escribir al respecto.

Los Divers son unos ricachones que veranean en la costa azul durante los años 20. Comparten momentos de asueto en un hotel junto con su camarilla con la que se juntan verano tras verano rodeados de lujo y opulencia viajando por Francia y viviendo días plácidos en playas relajadas. 

Entre toda esta gente tan “divina” Dick y su esposa Nicole son la envidia de todos. Pareja ideal, guapos, atléticos. Todos quieren estar con ellos.

Hasta una jovencita promesa del cine y su madre que llegan por primera vez al idílico entorno quieren interactuar con ellos. En esta primera parte de “Suave es la noche” los protagonistas viven en una especie de Dolce vita constante


Voy a detener aquí la sinopsis por respeto a cuantos no han leído Suave es la noche. En la segunda parte de la novela la cosa empieza a torcerse. Y en la tercera la angustia es vital. Las contradicciones y las reflexiones de sus protagonistas se volverán contra ellos mismos.

Personajes, o armas de destrucción masiva.

“Las mejores relaciones se establecen cuando uno quiere que perduren a pesar de conocer los obstáculos.”

Rosemary, la tentadora juventud.

Rosemary llega a la playa y observa, ella no quiere ser una vulgar veraneante. Es una joven promesa del cine. Su obsesión se convertirá en Dick. Está acostumbrada a triunfar entre jovenzuelos universitarios de Oxford, pero le abrumará la personalidad de Mr. Rivers, llega a un hotel con su madre y encuentra a un hombre perfecto. 


Sirva como ejemplo de la majestuosa prosa y nivel de detalle de Scott Fitzgerald la descripción que de Dick se hace: “la piel rubicunda y curtida por el sol, del mismo tono que el pelo, que llevaba corto, y el vello que le cubría ligeramente los brazos y el dorso de las manos. Los ojos eran de un azul brillante y metálico...”.


Tanto la prosa de Scott Fitzgerald como su capacidad descriptiva son portentosas. Puede llegar a ser, para un lector que lee una obra casi centenaria, hasta demasiado pormenorizado. Pero, la verdad, fascina y es capaz de trasladar al pasaje al lector. De transportarle a la costa francesa o de hacerle entender los sentimientos de personajes que aparentan parecerse pero que tienen objetivos vitales bien distintos.


Abrams, Tommy y toda la camarilla crean un círculo perfecto, pero vicioso. Apariencias, envidias, veneración de los Diver como institución, como pareja, abundan en la primera parte de Suave es la noche.


Toda la impostura, toda la apariencia, todo el glamour no son más que un modus vivendi. En todo este entorno, Rosemary y su madre, por muy joven actriz con una carrera prometedora, no dejan de ser de clase media. El resto de mujeres del grupo no dejan de estar encantadas de ser mujeres cortesanas, al servicio de sus parejas. Nada nuevo en el siglo XX.


Francis Scott Fitzgerald logra detener el tiempo, algo complejo. A través de Rosemary es capaz de generar en Dick dudas y de despertar su angustia más vital. El lector puede disfrutar o agonizar con un avance a cámara súper lenta de los hechos. 


Abe, o la desgracia.

Los North son otro de los matrimonios de la camarilla de Dick y Nicole. Mary y Abe, Mary descendiente de presidente, Abe músico. Ambos dependientes, ambos autodestructivos. Tormenta en estado puro, desgracia en ciernes. 



Todos somos Dick Divers.

Todos, absolutamente cualquier ser humano, puede ser Dick Divers. Algunos nacen con estrella, otros estrellados. Pero en toda vida humana hay un compendio de montañas rusas que acaban por definir su existencia. 


Cualquiera puede conocer y comenzar una vida de plenitud y felicidad con una dama adinerada que le permita vivir holgadamente la vida de sus sueños. Las frivolidades, los lujos, las mañanas ociosas contrastan con el dolor de la recién terminada I Guerra Mundial. Tras la contienda los locos años 20, la Gran depresión posterior. Los tiempos que, siguiendo un probable paralelismo con lo que será el final de la pandemia que nos asola, se volvieron, se volverán, en una orgía de interminables jornadas. Esto me aventuro a vaticinarlo yo, tampoco soy el único que lo pronostica. 


Lo cierto es que Scott Fitzgerald construye una obra ácida hacia las clases altas de su época. El amor, la aventura y el miedo, la desgracia tras la cobardía. Todo se da en Dick Divers, héroe y villano, capaz de despertar envidia y compasión.

La destrucción de Dick es total, la locura, la soledad. Todos somos Dick Divers, y si aún no lo hemos sido lo seremos en un futuro, más o menos lejano. Porque los tiempos felices no son eternos.


Supongo que si alguien tuviera, o tuviese, una cuñada como la de Dick sería capaz de enloquecer. Pero no es todo culpa de ella, en Divers se concentran muchos elementos comunes a la literatura de siempre, el elogio a la belleza, el anhelo del tiempo pasado, el amor, la grandilocuencia y la miseria.


Tanto en Nicole como en Dick hay un declive que trasladó el propio autor como reflejo autobiográfico. En sus ansias de aventuras, de hacer daño, de autodestrucción se comprenden los 8 años que le costó a Scott Fitzgerald acabar Suave es la noche.


Detrás de esa vida perfecta, el mundo de ambos personajes se derrumba. El lector podrá enfrentarse a los dilemas morales y éticos a los que se enfrentan los Divers. Romper con la ética profesional, destruir lo más sagrado. No quiero anticipar mucho más, pero tras la vida perfecta, el ideal americano, es una farsa. Todo ello acabará por quebrantar la fina línea que separa la lucidez de la locura.


Opinión personal.

Para cerrar esta reseña de Suave es la noche daré mi humilde opinión, siempre desde el respeto hacia una obra de este cariz. 


Con la perspectiva que da el tiempo, leí esta novela hace ya algunos meses, no puedo más que recomendar su lectura. En su momento me llamaron poderosamente la atención el estilo de Scott Fitzgerald, su alto nivel de detalle puede convertir la lectura, a determinadas horas de la noche, en algo complejo.


Pero me encantó su manera de decir las cosas, expresar su propio sufrimiento, su amor con su mujer. Envidio a los novelistas porque pueden transmitir a través de sus personajes sus opiniones, sin que sean más que opiniones de sus personajes, por ejemplo: “Dick había empezado a notar en los ingleses algo que le repelía. Inglaterra era como un hombre rico que después de una orgía desastrosa trataba de ganarse a los miembros de su familia hablando con cada uno de ellos por separado, cuando a todos les resulta evidente que lo único que quiere es recuperar su dignidad para poder arrogarse su poder anterior”.


No sólo son los ingleses los que reciben su moralina, romanos, franceses y americanos también encuentran en esta obra algún recado que otro: “A mí me gusta Francia, donde todo el mundo se cree que es Napoleón. Aquí todo el mundo se cree que es Jesucristo”, en referencia a Roma.

Estamos ante una obra universal, que debe ser leída, entendida y meditada desde el prisma de su tiempo. Pese a ello, los temas que en Suave es la noche se tratan son eternos.


“Piensa en cuánto me quieres- había susurrado. No te voy a pedir que me quieras siempre como ahora, pero sí te pido que lo recuerdes. Pase lo que pase, siempre quedará en mí algo de lo que soy esta noche.”


Si os gustan los clásicos, y debieran gustaros, Suave es la noche es una buena manera de introducirse en la Generación Perdida, de la que también formaron parte Faulkner, Hemingway y John Dos Pasos. Doy por sentado que os atrapará el encanto y la miseria de Dick Divers.

Valoración: 8.3.


Buenas noches y buena suerte.


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Acaba el año y es tiempo de lecturas. Son fechas pausadas, recogidas, al calor de unas casas llenas de adornos navideños. Entorno ideal para la lectura de novelas elaboradas. Tal es el caso de Lucía en la noche, la novela de Juan Manuel de Prada de 2019 publicada por Espasa y con 340 páginas de extensión. 

Los lectores más asiduos y con más memoria de Los Mundos recordarán que hace 11 años ya reseñé El séptimo velo. Así que no es la primera aparición del autor zamorano por esta humilde bitácora, y seguramente no será la última.

Portada de Lucía en la noche, de Juan Manuel de Prada

Sinopsis de Lucía en la noche.

Alejandro Ballesteros, el protagonista de Lucía en la noche, es un escritor venido a menos. Sus tiempos de gloria pasaron y frecuenta platós de televisión de dudosa reputación para hablar sobre cualquier tema que se presente. Es el típico contertulio de televisión generalista, capaz de opinar de todo. Alejandro vive recluido y alejado del mundo literario.

Una noche, la vida de Alejandro cambiará para siempre en un garito en el que se está dando a la bebida, cuando conocerá a una joven que baila entre un grupo de modernos gafapastas. Se trata de Lucía Álvarez, quien se convertirá en el gran amor de Ballesteros, su musa y la persona que cambiará su vida para siempre.

Lucía, quien parece conocer todos los detalles de la vida del escritor, logrará que Alejandro vuelva a aporrear las teclas de su ordenador en busca de una nueva novela, que su vida tome un nuevo rumbo. Sin embargo, este rumbo se verá truncado con un accidente aéreo que les separará, cuando el escritor apura las últimas pruebas de imprenta de su novela y Lucía viaja unos días antes a su destino vacacional.

Prosa, cultura y personajes.

El discurrir de la novela está envuelto en la magnificencia de la prosa de Juan Manuel de Prada, quien construye una primera parte de la novela con un ritmo intenso acompasado con alardes de su dominio del diccionario. En sí, la escritura de este autor es tan rica que uno ha de tirar de diccionario, y no me sonroja reconocerlo, para comprender mejor lo que está leyendo.

El argumento fluye, y para ello de Prada se hace valer de sus personajes. Casi todos son cultos, eruditos, con una capacidad de narración/ oratoria distinguida. Juega con los tiempos narrativos, con un punto de corte establecido en el accidente aéreo, que a muchos lectores les puede retrotraer al accidente aéreo de Spanair de 2008. Hay dos niveles de narración, los capítulos que narran la vida desde que Ballesteros conoce a Lucía se entrelazan con lo acaecido desde la tragedia.

Si hay un personaje concienzudo ese es el de Lucía. Misteriosa, atractiva, enigmática, es la piedra angular de la trama que edifica Juan Manuel de Prada. Lucía es sensual, culta, llena de secretos, y siempre tratando de escabullirse, se convierte en la fijación de protagonista y escritor.

La analogía con Vértigo, la aclamada cinta de Alfred Hitchcock es muy clara. De Prada exhibe su elevado nivel cultural en cada pasaje del libro, y no escatima en adjetivos ni en riqueza del lenguaje. Sobretodo en lo que se refiere a la voz del narrador.

Homenaje, el que brinda de Prada a Hitchcock, que viene acompañado por otro de corte más musical. En Lucía en la noche de Prada tampoco esconde su admiración por el compositor y pianista ruso Dmitri Shostakóvich. Que entrará en la vida de Alejandro Ballesteros a través de Lucía y le servirá como banda sonora e inspiración para escribir. Además de conmover en pasajes de corte más dramático.

Prada rinde pleitesía a las musas de los artistas, y lo hace convirtiendo a Lucía en la inspiración, no sólo de Ballesteros, sino de su editor y de su expareja: Rosario Tena. Una pintora vilipendiada y humillada por Ballesteros al describir las intimidades de la que fue su pareja en una de sus novelas. Tena es todo carácter, y en ella se deja entrever quién fue el Alejandro Ballesteros del pasado.

Además, en Rosario se recogen también muchos de los estereotipos que sobrevuelan a los artistas: relaciones

-

          “-¿Es que necesitas una musa?- preguntó.

-          No hay mejor estímulo para escribir que estar enamorado. Quiero volver a escribir para que puedas leerme”

En todo el misterio y la intriga hay un personaje que es un hombro, un apoyo y un compañero para Ballesteros, el inspector Avendaño. El policía, conmovido por las similitudes de su vida con la del protagonista, hará lo posible y lo incorrecto por ayudarle a resolver los misterios, en aceptar los cambios, un confidente y un psicólogo.

Otro de los elementos muy socorrido a lo largo de la novela es el alcohol, una vía de escape para Ballesteros y para tantos otros artistas varados en la oscuridad y sin creatividad.

Juan Manuel de Prada es un escritor excepcional, su trabajo se fundamenta en gran parte en los personajes. Ya se han mencionado a Rosario Tena, a Avendaño, cabría mencionar a Alba, la casera de Lucía, un personaje misterioso pero que logra arrancar las confesiones de Alejandro.

El personaje más peculiar de toda la novela es, sin duda, el filólogo asiduo de la Biblioteca Nacional. Cuando el lector se adentre en Lucía en la noche espero que me dé la razón.

Lucía en la noche no es la novela perfecta.

Si bien es cierto que la primera parte del libro, sus primeros dos tercios más bien, son adictivos. Hay una realidad: la segunda mitad de la novela experimenta altibajos narrativos que pueden generar desafección lectora.

La novela pierde vigor conforme avanza. Y es que el argumento se vuelve, en algunos pasajes, un tanto inverosímil y parece que al autor le costó salir del embrollo narrativo.

Conclusiones.

No obstante, Juan Manuel de Prada logra transmitir el mensaje subyacente, presentar ante el lector la pertinente denuncia (no la describiré por no anticipar detalles a quienes no hayan leído Lucía en la noche), o denuncias, más bien.

Lucía en la noche es una novela que gustará a la mayoría del público. Hay un trabajo inmenso de recopilación y de escritura por parte de un autor que opta por constantes giros narrativos al calor de la figura de Lucía, la musa de Alejandro Ballesteros y, por qué no, de Juan Manuel de Prada.

El amor se convierte en obsesión y la obsesión llega al lector. Y cuando un escritor logra que sus fieles perciban los sentimientos que quiere transmitir está triunfando.

Recomiendo la lectura de Lucía en la noche. Pese a tener “peros”, que los tiene, es una historia muy bien trabajada, con personajes sólidos y con un manejo de la prosa y de la narrativa que no deja de sorprender, pese a ser el sello del autor. Valoración: 8.

Buenas noches y buena suerte.