Volvemos a la carga con una nueva entrada literaria. En esta ocasión se trata de la reseña del libro Petit París, de Justo navarro, el famoso escritor granadino. La novela fue publicada por Anagrama. Barcelona, 2019. Cuenta con 240 páginas. La leí en formato electrónico.

Cronológicamente esta novela es la última publicada por el autor de Velilla, y es secuela de Gran Granada (2015). No obstante, en el hilo temporal de los acontecimientos ficticios, la novela que precedió a Petit París tiene lugar en 1963, 20 años después de los hechos de la capital francesa. 

Como se ha dejado intuir, en el París de 1943, cuando los alemanes ya son conscientes de estar perdiendo la II Guerra Mundial a causa de la oleada angloamericana en África y el mal resultado en Stalingrado. Un aire de derrota se ha instalado en el bando nazi ante el inminente desembarco de los aliados en Europa. 

El protagonista de la novela, el comisario Polo, se encuentra por accidente en París. El agente quiere salir de la capital francesa, pero su salvoconducto no llega. Lo que iba a ser una estancia corta parece no tener fin. Polo es un veterano inspector que se mantiene, a lo largo de la novela, imparcial ante los hechos que en España acontecen, más que imparcial se podría decir que mantiene la neutralidad y trata de no verse afectado por la sangría y las tropelías que se han llevado a cabo. Polo fuma y bebe sin parar, es parco en palabras pero reflexivo.

El agente Polo es enviado a París en busca de oro y un arma. Todos los estamentos del Régimen de Franco se movilizan. Salas, el dueño del oro, se pone nervioso y le envía a París a través de los superiores de un inspector que parece no comprender muy bien cómo Paolo Corpi era, en realidad, otra persona. Polo se mueve en un pequeño París, Petit Paris, de gente que no hace más que ocultar un pasado, una trama: abogados y periodistas que ejercen labores policiales en favor de los intereses consulares de España, auxiliares de la Gestapo a la caza de republicanos españoles que buscan huir del escenario patrio. 

Entre el personal de la embajada española y personas próximas se han vivido, en menos de un mes, tres muertes violentas, y en todo esto aparece el nombre de Matthias Bohle, un seductor de edad criptográfica que con otro prestigio había alcanzado la Granada de 1940, incluyendo al irreductible comisario Polo, y que recaló en París tras robar cuatro kilogramos de oro a un conocido común que quizá le encargó sacarlos clandestinamente de España. 


Pronto Polo empezará a investigar su muerte, y lo hace con la ayuda de gente tan poco de fiar como Palma, casi un doble de Polo rejuvenecido cuarenta años y con carnet de la Gestapo, Dubonnet y Alodia Dolz, heroína de la Cruzada nacional, agente de la Quinta Columna, que sobrevivió a tres años de temerarias laboriosidades clandestinas en la Madrid roja: «si entonces no la habían asesinado, ahora no la matarían nunca.» 

El Petit Paris de Polo, construido laboriosamente por Justo Navarro, es una novela negra de las duras. Ninguno de los personajes superaría un examen de moralidad, todos mienten y manipulan, todos quieren vivir, o mejor dicho, sobrevivir. 

El comisario se encuentra en una foto con el prófugo y esta foto le traerá quebraderos de cabeza. Petit París es un símil magnífico sobre cómo el oro lo ciega todo, hasta un Estado. Toda esta locura acaba por engullir al personaje en una maraña de burocracia y secretos de alcoba de una embajada. En este punto se establece el argumento perfecto para que Justo Navarro nos presente las cavernas más oscuras de la diplomacia naciente de comienzos del franquismo. Un papel para huir de París que se retrasa, miedo creciente, alianzas con los nazis, todo está muy bien construido..

El oro, la foto misteriosa en la que aparece el comisario, las bailarinas de cabaret, los miembros de la Gestapo, los personajes con pasado oscuro, ayudan a construir un relato con una prosa bien elaborada pero con un ritmo que, en algunos pasajes, se vuelve plomizo y excesivamente repetitivo. Por momentos ese ritmo no anima a seguir avanzando.

Navarro llena Petit París de alardes literarios, de frases lapidarias y de personajes que regalan frases célebres aún a sabiendas que la muerte les acecha:

“El futuro es lo mismo que el pasado: no tiene arreglo. Lo que ha pasado pasó, y lo que tenga que pasar pasará”.

Petit París es una novela plagada de detalles, los detalles de un cadáver que aparece en un piso, los sentimientos provocados por el miedo en una persecución, en un huído de la guerra y la represión que siempre le acompaña sobre los vencidos.

Si me pedís opinión, Petit París es un sí pero no. Una novela negra, una novela bien ambientada, edificada con coherencia, pero con falta de ritmo y exceso de circunloquios. Me gustó pero no me convenció. Valoración: 6.5.



Buenas noches y buena suerte.


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